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Adaptarse al horario solar

Cada año, cuando llega el cambio de hora de verano a invierno se reabre el debate sobre su conveniencia. Lo mismo pero con menos intensidad cuando se hace el cambio contrario: el de invierno a verano. Y es que en la mayoría de personas no les gusta que oscurezca tan pronto. Pero este debate va ligado al de la sincronización de nuestras actividades con el horario solar. Conoces los beneficios que tendría esta sincronía? Implicaría un gran cambio, pero con unas ventajas enormes.

Adaptarse al horario solar - Psicología Flexible
Giani Pralea – Pixabay

Por qué se cambia la hora

El cambio de hora se empezó a aplicar durante la Primera Guerra Mundial. Pero en nuestro país se introdujo en el año 1974. Actualmente está regulado por la directiva europea 2000/84, que obliga a los Estados miembros a hacer este cambio y, además, fija las fechas para hacerlo: el último fin de semana de marzo y el último fin de semana de octubre.

El objetivo es el ahorro de energía. Con el cambio de horario de verano a invierno el sol sale una hora antes. En Manresa, por ejemplo, el día del solsticio de invierno de 2016 (que será el 21 de diciembre) el sol saldrá a las 8:16h y se pondrá a las 17:25h (horas oficiales). En Barcelona saldrá a las 8:14h y se pondrá a las 17:25h. Si continuáramos con el horario de verano, la salida y la puesta tendrían lugar una hora más tarde.

¿Te imaginas que fuera prácticamente de noche a las 9 de la mañana? A esa hora los niños están en la escuela y muchas empresas ya están trabajando. Además en la mayoría de hogares la concentración de actividad más grande se hace por la mañana. Por eso conviene que sea de día. Y por eso se cambia la hora. El problema llega por la tarde.

Mapa de las zonas horarias
UnaitxuGV, Heitordp i altres, basat en el mapa de l’Agència Central d’Intel·ligència dels Estats Units (CIA) – Domini públic, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=22556731

Por otro lado nuestro país estaba situado en el huso horaria del meridiano de Greenwich (GMT por sus siglas en inglés). Teníamos la misma hora que en el Reino Unido. Pero durante la Segunda Guerra Mundial se cambió al GMT+1 para hacerlo coincidir con el de Alemania. Esto también incrementa la distancia con el horario solar.

¿Las ventajas de cambiar la hora son reales?

Si la jornada laboral y comercial acabara por norma general a las 17h, de acuerdo con el horario solar, se ahorraría energía. Es algo que pasa en todo el mundo. Pero en nuestro país, no. Alargamos la jornada hasta las ocho o las nueve -o las diez- de la noche y anulamos el ahorro obtenido por la mañana. Es decir, no sólo no ahorramos energía, sino que gastamos aún más.

Por otra parte nuestro cuerpo nota el cambio. Sobre todo los niños. Hay personas a las que les cuesta dormir las noches siguientes, o no se concentran lo suficiente en la escuela o el trabajo. Por lo tanto vale la pena plantearse continuar, o no, haciendo este cambio, teniendo en cuenta que tiene inconvenientes pero casi no tiene ventajas.

Cambiar no sólo la hora, sino también los horarios

Hasta ahora tenemos dos desajustes: el del huso horario y el de los horarios de los hábitos. Nos levantamos, aproximadamente, a la misma hora que el resto de países. Desayunamos poco y hacemos una pausa de mediodía muy larga. Además, comemos tarde.

Lo intentamos compensar trabajando más horas, lo que nos hace ser menos productivos. Como llegamos tarde a casa, cenamos tarde y nos acostamos tarde. Por lo tanto, dormimos menos horas.

Además sale perjudicada la conciliación de la vida laboral con la familiar. Y si los padres no están en casa por la tarde ayudando a los hijos a hacer los deberes, tenemos más fracaso escolar.

Mintras hacía la carrera universitaria trabajaba en un centro comercial. Salía del trabajo pasadas las 10 de la noche. Cuando lo explicaba en el extranjero, se escandalizaban.

En este sentido la iniciativa para la Reforma Horaria está haciendo una campaña para recuperar los horarios racionales. Unos horarios que nos permitan corregir todos estos problemas. Además está en marcha una proposición de ley en el Parlamento de Cataluña para introducir un cambio en los horarios.

Adaptarse al horario solar

Adaptarse al horario solar supondría un cambio muy drástico en nuestras vidas, pero con ventajas enormes. Implicaría sincronizar nuestra vida con este horario solar natural.

Nuestro ciclo de sueño-vigilia sigue un ritmo circadiano, que quiere decir «que dura alrededor de un día (24 horas)». A lo largo de este ciclo tenemos una fase de actividad y una fase de descanso. Y lo que marca este ritmo es la luz. En otras palabras: la luz es quien lleva el marca-pasos de nuestro ciclo de sueño-vigilia. Esto se cumple tanto para la luz natural como para la luz artificial.

Niño durmiendo según el horario solar
PublicDomainPictures – Pixabay

Si una persona estuviera en oscuridad permanente durante varios días, su ciclo de sueño-vigilia estaría regulado por mecanismos internos, en función de su actividad. Pero en el momento de encender una lámpara este ciclo rápidamente se reajustaría, porque el cuerpo entendería que ha amanecido.

El reloj biológico del ciclo de sueño-vigilia se encuentra en una región de la parte inferior del cerebro llamada núcleo supra-quiasmático. Este núcleo recibe proyecciones neuronales de la retina. Por lo tanto la luz que entra por los ojos es la que sincroniza el ciclo sueño-vigilia, y lo reajusta cuando se ha visto modificado. Fijémonos en que por ello no hay que tener los ojos abiertos: cuando dormimos los tenemos cerrados, pero nos podemos despertar si alguien enciende una luz.

La presencia de luz artificial ha generado muchas ventajas, que notamos principalmente en épocas en que hay pocas horas de sol, como en invierno. Pero también ha artificializado el ciclo de sueño-vigilia, haciendo que dependamos menos de la luz natural.

Desde el momento en que nos despertamos empezamos a acumular sueño. Al cabo de unas horas tenemos tanto sueño acumulada que nos dormimos. Y al entrar en contacto con la luz, natural o artificial, nos volvemos a despertar. Y el ciclo vuelve a empezar. Si nos basamos en la luz natural han pasado, más o menos, 24 horas. En realidad la hora de salir el sol varía de un día a otro en función del movimiento de traslación de la Tierra, pero lo hace en muy pocos minutos.

Nos hemos acostumbrado a actuar al margen del horario solar. A menudo nos despertamos cuando el sol ya hace rato que ha salido y vamos a dormir cuando hace muchas horas que se ha puesto. Encima, parece que exigimos al sol que salga y se ponga según nuestra conveniencia.

Sincronizar nuestra actividad con el horario solar significaría situar nuestro mediodía en el punto en que el sol estuviera más elevado: en el solsticio de verano (más o menos, el 21 de junio) a las 13:53h. Y en el solsticio de invierno (más o menos, el 21 de diciembre) a las 12:50h.

Contando que una persona duerma 8 horas y esté despierta 16, querría decir que el día 21 de junio debería despertar a las 5:53h y debería ir a dormir a las 21:53h. Y el día 21 de diciembre se debería despertar a las 4:50h y acostarse a las 20:50h.

Este cambio permitiría aprovechar al máximo las horas de sol y sincronizar nuestro ciclo de sueño-vigilia con el horario solar de manera natural. Haríamos las comidas más temprano (con ventajas para la salud), funcionaríamos mejor en los estudios y al trabajo e incluso estaríamos de mejor humor. De hecho el patrón de horarios de sueño recomendado para personas con depresión es levantarse pronto y acostarse pronto.

Algunas personas con las que he hablado últimamente me cuentan que han hecho este cambio. Se levantan entre las cinco y las seis de la mañana y se acuestan entre las nueve y las diez de la noche. Y han notado una mejora importante en productividad, estado de ánimo y energía. ¿Te atreves a probarlo?


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