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Cómo afrontar la muerte de un hijo

La muerte de un hijo es una de las experiencias más dolorosas que puede tener una persona. Es una situación para la que no estamos preparados a ningún nivel, y por eso resulta tan difícil. Cada persona tiene su reacción, hace su duelo y necesita su tiempo, y no hay una manera más correcta que otra de llevarlo. En este artículo hablamos de cómo afrontar la muerte de un hijo.

Cómo afrontar la muerte de un hijo - Psicología Flexible
Johana Peña – Pixabay

No estamos preparados

La muerte de un ser querido siempre es difícil. Nos obliga a afrontar el hecho de que no volveremos a ver esta persona, ni volveremos a hablar con él/ella. Debemos despedirle y, con el tiempo, aprender a hacer nuestra vida sin él/ella. El hecho de que los rituales de despedida estén tan protocolaritzados socialmente, en cierto modo, es una ayuda. Y es que, aunque tendemos a apartar la muerte de nuestra vida, sabemos que tarde o temprano tendremos que afrontar esta realidad en algunos familiares y amigos.

Cuando nos encontramos con la muerte de un hijo esta realidad se agrava porque no estamos preparados para algo así. Aunque nos vemos afectados por la pérdida de cualquier persona, hasta un cierto punto aceptamos como normal enterrar los que son mayores que nosotros. Pero enterrar un hijo altera lo que percibimos como el orden natural de las cosas. Tendemos a considerarlo injusto.

Muchas personas que han experimentado la muerte de un hijo lo describen como su experiencia más dolorosa. La mayoría de padres valoran el sentido de su vida a partir de los hijos. Que hayan crecido, que estén bien, y que sean felices es lo que da sentido a sus vidas. La pérdida de un hijo les cambia para siempre.

Las reacciones más habituales ante la muerte de un hijo

El duelo es un paso necesario para adaptarse al cambio que supone la muerte de un hijo. No es una patología ni un trastorno, sino un proceso natural que ayuda a asumir la pérdida. No tiene una duración ni una intensidad que se consideren normales -aunque algunos manuales de diagnóstico clínico insistan en convertirlo en trastorno-. Por lo tanto en principio no es imprescindible la ayuda profesional.

Tampoco conviene medicalizar el duelo si no es necesario (para el dolor es demasiado intenso o impide excesivamente hacer las actividades diarias). Tomar ansiolíticos o antidepresivos para aliviar el sufrimiento no es una solución para el duelo. Sólo lo pospone para que salga más tarde, y quizás de manera más difícil de manejar. El duelo se debe pasar como una fase más de la historia personal, aunque sea difícil. Y se puede hacer con ayuda de familiares y amigos, y de profesionales cuando se considere oportuno.

Cada persona vive el duelo a su manera. Los hay que se esfuerzan por recuperar la vida normal lo antes posible. Otros necesitan más tiempo. En general tiende a aliviarse paulatinamente, aunque en algunos momentos podemos notar un retroceso, como si diéramos pasos atrás. Es normal: pasa en todos los procesos (también en el duelo). Su vivencia también es particular: algunas personas tienen necesidad de ir al cementerio cada día. Otras puede que quieran continuar poniendo un plato en la mesa para su hijo. O escuchar su música. O dejar su habitación intacta. O guardar su ropa en cajas para no verla. A veces esto puede conllevar discrepancias con la pareja, por lo que conviene mantener una buena comunicación para tomar las decisiones conjuntamente.

Cómo vivir la situación

Ayuda para superar la muerte de un hijo - Psicología Flexible
Sabine van Erp – Pixabay

Para hacer frente a la muerte de un hijo es importante que una persona se dé permiso a sí misma para sentir lo que sienta en cada momento. Y sin prisas. Puede haber momentos con ganas de llorar, de gritar, de ir al cine, de cenar con amigos, de estar con la pareja, de estar solo/a. Y estas necesidades pueden cambiar. Conviene tomarse el tiempo necesario y vivirlo de acuerdo con las prioridades.

Sólo tendremos una oportunidad para despedir al hijo y, acabado el proceso, nos gustará saber que lo hemos hecho de la forma que queríamos.

El duelo no es fácil. Y no podemos hacer que lo sea. Pero sí lo podemos pasar con compañía. El apoyo social es muy importante en estos momentos -sobre todo después de la ceremonia funeraria, cuando suele comenzar un sentimiento de soledad notable-. Es de gran ayuda poder hablar abiertamente del dolor, de los recuerdos y de la preocupación con las personas de confianza.

Cómo ayudar e los demás

Es importante que todas las personas que lo deseen puedan participar de la despedida. Incluso los niños, a los que habitualmente intentamos «proteger» del dolor. Ellos también deben tener la oportunidad de despedirse e, incluso, de escoger como quieren hacerlo (por ejemplo, haciendo un dibujo y poniéndolo dentro del féretro con el difunto). Si estos niños son hermanos de la persona que ha muerto pueden tener preguntas. Responderlas con sinceridad ayudará a evitar que se respondan a ellos mismos con fantasías. También es importante que puedan expresar el dolor a su manera y durante el tiempo necesario. Y no culpabilizarlos: no es raro que los niños piensen que ellos tienen la culpa de la muerte de su hermano.

Si la persona que ha muerto es un niño, tengamos presentes sus compañeros de la escuela. Hablemos con los maestros para consensuar la manera de explicar lo que ha pasado y de hacer su propio acto de despedida si lo desean. En este sentido hay que tener en cuenta que según su edad tendrán el concepto de la muerte más o menos elaborado. Conviene contarles la verdad porque su confianza en los adultos de referencia no se vea afectada.

También es importante (para los niños y para los adultos) evitar las frases tranquilizadoras como «tienes que ser fuerte«, «tu familia no se puede permitir que te derrumbes» o «a tu hijo no le gustaría verte llorar«. Aunque tengan una intención sincera de ayudar, lo que hacen es añadir una responsabilidad de peso al sufrimiento que ya tienen.


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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Perdí a mi hijo hace 6 meses, escribir estas palabras me hacen llorar, mi hijo sufría de convulsiones nunca supimos por que vivimos en Venezuela, y lo vieron 6 neurólogos y cada uno decía algo diferente, mi hijo tenía 4 años de los cuales desde los 6 meses que nació se notó un deterioro el llegó a caminar , y solo decía mamá, no puedo seguir contando me duele , tanto e tratado por mi familia y mis amigos , en seguir con las cosas que deje de hacer, compartir , y salir , pero al estar sola , solo como explicar no lo puedo entender, yo me cuide , lo buscamos por 1 año, era tan hermoso, se que no sufre que está en un mejor lugar, que ya no debe tomar los medicamentos que lo empeoraron. Y me lo imagino feliz , pero no está conmigo y este dolor siempre es , mi hijo era realmente hermoso y único hijo mío

    1. Hola Margarita, gracias por su comentario y por compartir su experiencia en este blog. No puedo imaginar hasta que punto le duele pasar por esa experiencia, tan injusta e incomprensible, que casi no hay palabras para describirla. La pérdida de su hijo es algu muy reciente, y eso hace que el dolor sea tan intenso. Creo que usted tiene derecho a experimentar ese duelo de la forma que quiera, tomándose el tiempo que necesite y buscando el apoyo de la familia y los amigos y amigas cuando lo desee. Le mando un abrazo.

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