Ansiedad climática o ecoansiedad: Cómo la manejamos
La ansiedad climática es la preocupación intensa por las consecuencias de la emergencia climática en el presente y en el futuro. La experimentan personas de todas las edades pero, sobre todo, adolescentes y jóvenes. Teniendo en cuenta que el cambio climático es un problema presente, real y modificable, la mejor manera de manejar la ansiedad climática -o ecoansiedad- es canalizarla para buscar soluciones.
Qué es la ansiedad climática
La ansiedad climática, o ecoansiedad, es un conjunto de sentimientos relacionados con la anticipación de las consecuencias que puede tener el cambio climático en la vida personal y colectiva, y con la urgencia de tomar medidas para que este cambio sea lo más leve posible.
Pero ¿por qué es un conjunto de sentimientos? Porque la ansiedad es sólo uno de ellos, pero hay otros:
- La preocupación propiamente: La emergencia climática hace que muchas personas vean amenazado su bienestar, e incluso la manera de ganarse la vida. Además es conocido que estos cambios irán en aumento en el futuro próximo.
- La frustración y la rabia: Existe la percepción -razonable- de que los gobiernos no están haciendo todo lo que deberían para detener el cambio climático, dejando las consecuencias del problema a las próximas generaciones. Sobre todo teniendo en cuenta que la ciencia lleva años adviertiendo de la urgencia de corregirlo.
- La culpabilidad: Una persona se puede plantear si está haciendo todo a su alcance para proteger el clima, o hasta qué punto está contribuyendo al cambio climático.
En países donde el cambio climático ya está teniendo efectos devastadores, la ansiedad puede tomar la forma de estrés postraumático, con miedo muy intenso, insomnio y sensación de tener un futuro desolador.
En otros lugares donde los efectos de la emergencia climática justo empienzan o todavía no se perciben, las reacciones son más leves, con síntomas de depresión y culpa.
Gran parte del problema con la ansiedad climática es la impotencia de ver cómo las medidas individuales no son suficientes para detener el cambio climático porque las medidas macroeconómicas no se implementan como deberían.
¿Hay que tomarse la ecoansiedad en serio?
Sí. Todas las personas que tienen ansiedad, por cualquier causa, merecen ser tomadas en serio. Además ya se están publicando estudios específicos sobre este tipo de preocupacion. Un ejemplo es esta investigación [EN INGLÉS] publicada en The Lancet con el título «Salud mental y cambio climático: abordar la injustícia invisible«.
También destaca el informe de la plataforma Avaaz (que recoge iniciativas de movilización social en internet), que dió a conocer estas conclusiones a partir de una encuesta hace a más de 10.000 personas de 10 países diferentes:
- El 45% de los jóvenes participantes dijeron que la ansiedad relacionada con el cambio climático estaba afectando su vida cotidiana.
- El 75% creía que “el futuro es aterrador” (un porcentaje que llegaba al 81% de los jóvenes encuestados en Portugal y al 92% de los de Filipinas).
- El 58% sentían que sus gobiernos les habían traicionado a ellos y a las generaciones futuras. El 64% añadieron que sus gobiernos no estaba haciendo lo suficiente para evitar el cambio climático.
- El 39% de los jóvenes dijeron que dudaban sobre si debían tener hijos.
Por tanto estamos delante de un problema que merece toda la atención.
Cómo manejamos la ansiedad climática
En Psicología, la manera de tratar la ansiedad depende de lo que sea que está provocando esta ansiedad:
- Si es un problema real y presente (como un examen de oposiciones) optamos por la solución de problemas (estudiar, manejar la preocupación, saber cómo responder las preguntas, entre otras cosas).
- Si es un problema probable pero lejano en el tiempo (como el miedo a ser dependiente en la tercera edad) trabajamos la toma de medidas (qué podemos hacer para reducir el riesgo de dependencia cuidando la propia salud).
- Si es un problema improbable o muy difícil de que ocurra (como el pensamiento de ser tocado por un rayo) nos centramos en la extinción del miedo.
La ecoansiedad se encontraría a medio camino entre el primer y el segundo nivel, al menos en Cataluña: los efectos del cambio climático se empiezan a notar (con sequías más importantes y olas de calor cada vez más frecuentes, intensas y duraderas) pero todavía no han tenido un impacto de magnitud en la mayoría de personas.
La emergencia climática también es un problema real, y del que conocemos las soluciones. A nivel individual son relativamente sencillas de implementar: reducir, reciclar y reutilizar los recursos, optar por fuentes de energía no contaminantes, etc. Pero una vez la persona ha hecho todo lo que estaba a su alcance, las otras medidas ya dependen de la acción de empresas y de los gobiernos. Y es de aquí de donde viene gran parte del problema con la ansiedad climática: la impotencia de ver cómo las medidas individuales no son suficientes porque las medidas macroeconómicas no se implementan como deberían.
Per tanto, ¿qué más podemos hacer a título individual? Canalizar la preocupación y la rabia asociada para forzar acciones de preservación del medio ambiente:
- Continuar tomando medidas como reducir el uso de recursos y de fuentes de energía no renovable. Su impacto positivo desaparece si abandonamos estas medidas. Además, así también reducimos el sentimiento de culpabilidad.
- Orientar nuestros hábitos de consumo hacia beneficiar las empresas realmente respetuosas con el medio ambiente. Las empresas más contaminantes tendrán que cerrar si nadie compra sus productos o servicios.
- Tener en cuenta la preocupación por el clima a la hora de decidir a quién se vota en unas elecciones. Aprovechar las campañas electorales para obtener compromisos claros, concretos y comprobables.
- Organizarse. Compartir las preocupaciones es una buena manera de reducir la ansiedad y de tomar consciencia de que no somos «raros» por tener este problema, sino que lo tiene mucha más gente.
- Mobilizarse. Participar en manifestaciones, acciones de protesta y presionar a los representantes políticos. Sólo tomarán las decisiones adecuadas si se ven en un problema grave que no se puede solucionar de ninguna otra manera.
Si en cualquier caso, la ansiedad es intensa y crea un gran malestar o dificulta el día a día, siempre se puede pedir ayuda profesional.
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