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Culpabilizar a las personas de su depresión

Recientemente se ha viralizado una entrevista a Rafael Santandreu en la que habla de su último libro. Este psicólogo y escritor señala a las personas como culpables de tener una depresión. He querido escribir un artículo para desmentir este falso mito, alimentado por la burbuja de los libros de autoayuda. Culpabilizar a las personas de su depresión no es real, no es justo y no sirve de nada.

PublicDomainPictures – Pixabay

La entrevista en cuestión

La entrevista a Rafael Santandreu se publicó en el periódico El Mundo el pasado 18 de Octubre. A la pregunta «¿Es culpa nuestra la depresión o la ansiedad?» responde, textualmente, «La depresión te la provocas tú con tu diálogo interno, aunque no te des cuenta. Cuesta mucho deprimirse: sólo si te esfuerzas mucho lo conseguirás«. Diría -aunque solo es una interpretación- que el entrevistador leyó el libro y formuló la pregunta de esta manera para provocar la respuesta que quería y tener un titular. El psicólogo y escriptor fué entrevistado para hablar de la presentación de su último libro. La podéis leer entera en este enlace.

Con el diálogo interno se refiere al pensamiento. Santandreu presupone que el pensamiento determina el estado de ánimo. Hasta cierto punto estoy de acuerdo. Un estudio publicado a la revista Clinical Psychological Science [resumen, en inglés] concluyó que las personas con trastornos del estado de ánimo o de ansiedad o ideas de suicidio utilizan más palabras «absolutas» que las demás. Es decir, en lugar de considerar algo difícil, lo consideran imposible. Utilizan más el término terrible que malo. Lo que no tengo tan claro es si es el pensamiento el que determina el estado de ánimo o es al revés. En otras palabras: ¿Las personas se deprimen por la manera como piensan, o es la depresión la que les lleva a pensar de manera diferente?

Las causas de la depresión

Culpabilizar a las personas de su depresión implica pasar por alto las causas de este trastorno. Y las causas pueden ser muchas. Un acontecimiento traumático, como la muerte de un hijo, un cambio vital con perspectivas negativas, como quedar en el paro con 50 años, la falta de actividades y de relaciones sociales, etc. También hay causas puramente biológicas, como un descenso en los niveles de noradrenalina o serotonina (neurotransmisores que regulan el estado de ánimo). Algunos modelos apuntan a que la depresión se origina por determinadas maneras de enfrentarse a la vida o de resolver los problemas.

Lo que parece más claro a día de hoy es que la depresión no tiene una sola causa, sino que se juntan varias en una misma persona. Por otro lado podría haber cierta predisposición genética a partir de los antecedentes familiares. Pero eso no sería un causante, sino que sólo aumentaría el riesgo.

Por lo tanto sí que hay autores que defienden que la manera de pensar puede desembocar en una depresión (como Beck con las distorsiones cognitivas o Seligman con la Teoría de la indefensión aprendida, que dice que las personas se deprimen cuando ven que no pueden hacer nada para resolver sus problemas). Y como la terapia va muy ligada a la causa que se cree que hay detrás de la depresión de una persona, cada psicólogo aplica la suya y la mayoría pueden ser relativamente eficaces.

Pero pongamos las cosas en su sitio. Aunque aceptáramos ciegamente que el estilo de pensamiento es la causa de la depresión, no significaría que las personas «escojan» tenerla. Es muy difícil justificar que una persona persiga el provocarse una depresión a ella misma. Otra cosa es que simule tener una depresión para obtener algun beneficio. Pero cuesta explicar cómo y por qué una persona escogería un determinado patrón de pensamiento con la intención de deprimirse. Por eso no tiene demasiado sentido culpabilizar a las personas de su depresión.

Aun aceptando ciegamente que el estilo de pensamiento es la causa de la depresión, no significa que las personas «escojan» tenerla.

¿Los libros de autoayuda, ayudan?

Algunos libros de autoayuda tienden a culpabilizar a las personas de su depresión
Inna Mykytas – Pixabay

Culpabilizar a las personas de su depresión es propio de muchos libros de autoayuda. Sobre todo de los escritos bajo corrientes teóricas cognitivas. Uno de los primeros en hacerlo fue el best-seller «Tus zonas erróneas«, de Wayne W. Dyer. Cuando lo leí vi que propone un modelo de persona ideal, lo que popularmente llamamos «alguien hecho a si mismo» y feliz. Sin ningún tipo de problema. Imposible de lograr en la práctica porque todo el mundo tiene oscuridades con las que lidiar. Y es normal -y positivo- que sea así.

Los libros de autoayuda presentan la felicidad como una meta y te dictan el camino a seguir. Dicen que todo depende de ti, sin tener en cuenta que las circunstancias juegan un papel importante. Incluso algunos utilizan el pensamiento mágico: La falsa creencia de que si tienes una actitud positiva todo te saldrá bien. Lo que no explican es que algunas cosas salen bien y otras no. Y que eso no tiene nada que ver con la felicidad.

Los libros de autoayuda bien escritos pueden ayudar a algunas personas a conseguir parcialmente algunas cosas. Pero no son una solución. Y cuando lo que hacen es culpabilizar a las personas de su depresión, no ayudan nada.

Por qué es mala idea culpabilizar a las personas de su depresión

En la introducción decía que culpabilizar a las personas de su depresión no sirve de nada. No es exactamente así. Hay quien culpabiliza a quienes están deprimidos para tomar distancia: «Tú has hecho cosas para deprimirte: a mi no me ocurrirá porque no haré lo que has hecho tú«. Así, inconscientemente, se consideran «protegidas» ante la depresión. Pero aparte de eso -y de aumentar la venta de libros de autoayuda- la culpabilización no sirve de nada.

¡Al contrario! El sentimiento de culpabilidad es, precisamente, un síntoma en muchas personas con depresión. Responsabilizarlas de tenerla se lo puede hacer aumentar. Además al mantener creencias como esa, la resolución del trastorno se convierte en algo todavía más difícil. Si le dices a una persona que tiene una depresión porque lo ha querido, le estás cuestionando los motivos para recuperarse. Y que si desea salir de ella, le basta con hacer un «clic» a un interruptor. Por lo tanto, estás frivolizando con su sufrimiento.

Por todo eso opino que Rafael Santandreu, con la voluntad -entiendo- de simplificar los conceptos para acercarlos a todos los públicos, los acaba vaciando de contenido. Y eso no ayuda ni a las personas con depresión ni a los terapeutas que las acogen.


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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Yo tengo una consulta. Hablas de los libros de autoayuda pero, ¿y los psicólogos? De mi experiencia acudiendo a terapia he salido culpabilizada completamente por mi modo de ser. Y la manera cómo enfocan los problemas de los pacientes me recuerda mucho a lo que se hace en lo que llamamos «cultura de la violación». Y lo he visto otras veces, sobre todo en temas como el bullying: se envía a los niños que lo sufren a un psicólogo para que cambien su forma de comportarse aun habiendo no hecho nada a nadie. Pero no se hace nada con los que han ejercido el bullying. De igual modo, cuando un paciente acude a terapia no se le deja hablar de lo que le ha pasado. Se incide en cómo es y en que su actitud de tristeza, enfado, o lo que sea es errónea hasta el punto que acaba confundiéndose causa con consecuencia. «Como eres una persona triste la gente te rechaza» en lugar de «has sufrido un rechazo y por eso estás triste». Me gustaría saber si hay otras personas que hayan tratado estos temas. Gracias.

    1. Hola lilo, muchas gracias por su comentario. Lamento que su experiencia con la terapia en la que ha participado no la haya ayudado. Cada vez tenemos más claro que para analizar los problemas no basta con asociar una causa con una consecuencia, sino que ambas se retroalimentan. En el caso del bullying el manejo debe incidir en todas las partes implicadas: quien lo sufre, quien lo ejerce y el grupo que está alrededor (es decir, la sociedad). Buscar culpas o culpables no aporta nada. Es más práctico analizar qué hace cada uno para ver cómo empezó el problema y, aún más importante, cómo se mantiene. Y a partir de aquí, buscar soluciones. Algo parecido ocurre con la tristeza: se ha visto que cuando alguien está permanentemente triste, los demás se alejan. No significa que sea culpa suya. Se trata de buscar la mejor manera de ayudar a esta persona a estar bien consigo misma y con los demás. Por supuesto atendiendo a sus necesidades y desde el respeto absoluto.

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