La salud al mercado
Cada vez se habla más del estilo de vida saludable. La salud se ha convertido en un objeto de mercado: se venden productos y servicios para disfrutar de una buena salud y prevenir las enfermedades. Pero también aparecen dudas sobre sus motivos y su necesidad. ¿Somos unos exagerados? ¿O realmente es necesario seguir todas las recomendaciones? En este artículo analizamos la presencia de la salud al mercado.
La salud al mercado
La salud es un campo al que, hasta hace poco, se le prestaba una atención relativa. Recientemente parece haberse convertido en un producto de mercado: Se vende salud del mismo modo que se venden coches o café. No es algo negativo, porque crea un intercambio en que todos ganamos. Por un lado nosotros -los «clientes»- tenemos salud, que es el instrumento que nos permite hacer una vida normal y relacionarnos con los demás. Por el otro, el mercado estimula la investigación y la actividad económica.
Pero el afán de vender puede provocar que convirtamos en necesidades cosas que sólo son ventajas, o que nos vendan una solución para un problema que todavía no tenemos.
Todo esto va ligado a una tendencia, creciente en los últimos años, a vivir cada vez más protegidos. El marco legal deviene progresivamente restrictivo en materia de control alimentario, conducción de vehículos, uso de materiales, etc. Como lo asociamos a la seguridad es fácil que tengamos miedo cuando transgredimos estas líneas. Entonces aparecen ciertas marcas que captan nuestro miedo y, después nos venden su producto como la única solución.
Ejemplos de la presencia de la salud al mercado
Hay algunos ejemplos de productos o servicios que nos venden, cuya utilidad puede ser puesta en duda:
- Los complementos alimenticios o vitamínicos no deben sustituir una dieta equilibrada. Si no hay ninguna enfermedad podemos encontrar los nutrientes que necesitamos, y en la cantidad más o menos justa, en una dieta variada y equilibrada. Incluyendo los ácidos grasos, las vitaminas, y los minerales.
- El sistema inmunitario, a priori, es suficiente para proteger nuestra salud. Fuera de los casos en que se diagnostica una inmunodeficiencia, nuestro sistema inmune está bien preparado para protegernos de virus y bacterias. Tomar productos para estimularlo puede ser inútil -incluso si se encuentran en el supermercado-. Además hacen que nuestro cuerpo se acostumbre a dejar de ejercer una función básica que cualquier día puede ser necesaria. Para estimular las defensas es más eficaz un yogur natural. Además el yogur tiene otras ventajas, como mantener la flora intestinal.
- Para ir a correr por la calle o al bosque necesitamos calzado y ropa deportiva y agua. Otros accesorios pueden ayudar, pero no son necesaros. Va por las aplicaciones cuenta-kilómetros, los brazaletes para smartphones y las camisetas con wifi que transmiten nuestra frecuencia cardíaca a las redes sociales (pero … ¿para qué?).
- ¿Debemos beber dos litros de agua al día? Cuando hablamos de la salud en el mercado este es un buen ejemplo. De hecho deberíamos INGERIR dos litros de agua al día. Pero con una dieta equilibrada ya tenemos la mitad de esta agua formando parte de la comida (sobre todo en frutas y verduras). El resto sí que va bien incorporarla en forma de agua, infusiones, etc.
- Tomar el sol en horas de máxima irradiación nos estimula la melanina (después de habernos quemado la piel). Lo podemos hacer con más seguridad cuando el sol está más bajo, por la mañana o al final de la tarde. Va por los protectores solares que te dicen «expuente con tranquilidad, aunque duela, que nosotros te protegemos«. Es probable que te protejan, pero no es necesario quemarse.
Son algunos ejemplos de cómo la salud en el mercado nos puede crear una necesidad para luego ofrecernos «su» solución. Se orientan a perfeccionar nuestra actividad diaria. Pero no hay que rendir al 100% todos los días, ni gastarnos el dinero en cosas que nos ayuden a rendir al 120%. La vida no es perfecta y nosotros tampoco. A veces fallamos, nos guste o no, y es bueno darnos permiso a nosotros mismos para hacerlo.
La salud comunitaria empieza a mejorar cuando se erradican las enfermedades infecciosas, se introducen los hábitos de higiene básica y se garantizan los servicios sanitarios mientras se promueve un estilo de vida saludable. Mantener este estilo de vida es muy útil, pero sobrecargarnos de productos que lo sustituyen no añade gran cosa a nuestra salud.
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