Soporte psicológico a personas con COVID persistente
El COVID persistente son un conjunto de secuelas que tienen algunas personas que han pasado la enfermedad, y que siguen viendo limitada su calidad de vida meses después de haber recibido el alta. Sus síntomas más frecuentes son la fatiga severa y el aumento del riesgo de complicaciones en el corazón, los pulmones y el cerebro. El alargamiento de las consecuencias de la enfermedad tiene un impacto psicológico que puede requerir atención especializada.
Quién puede tener COVID persistente
El último estudio del Observatorio Europeo de Políticas y Sistemas de Salud, elaborado a petición de la Organización Mundial de la Salud, dice que 1 de cada 4 personas que han tenido el coronavirus tienen COVID persistente un mes después de haber pasado la enfermedad y, en 1 de cada 10, esta situación se alarga al menos 3 meses. A pesar de que cualquier persona se puede ver afectada, parece que el riesgo es mayor en las mujeres y en los profesionales de la salud. También tienen más riesgo las personas de edad avanzada, las que tienen asma y las que fueron hospitalizadas durante la infección activa. En este punto hay que aclarar que lo que hace aumentar el riesgo es el número de síntomas que tuvo el paciente, pero NO su gravedad.
Estos datos corresponden a estudios hechos con población adulta. En mayores de 70 años los factores de riesgo de presentar COVID persistente son haber perdido el olfato durante la infección, haber tenido fiebre como uno de los primeros síntomas y las enfermedades pulmonares o cardíacas previas. En los niños es menos habitual, pero también pueden tener síntomas que se alarguen en el tiempo.
Los síntomas más frecuentes del COVID persistente
Los signos y síntomas que se suelen presentar en personas con COVID persistente son:
- Dolor muscular y en el pecho
- Fatiga
- Dificultad respiratoria y tos persistente
- Disfunciones cognitivas (pérdida de memoria y de concentración)
- Aumento del riesgo de trombosis
- Alteraciones autoinmunes (que provocan inflamación de órganos)
- Depresión y/o ansiedad
- Insomnio
- Fiebre recurrente
- Molestias abdominales (diarrea, dolor, etc)
- Pérdida del olfato
Tal como advierten los investigadores, la información que hay actualmente es muy inicial, y requiere más investigación. Parte de la base de los daños en diferentes órganos que causa el SARS-COV-2 en su infección. Los órganos que se podrían ver más afectados por el virus son el corazón, los pulmones y el cerebro.
Impacto en la calidad de vida y la salud mental
Los síntomas de COVID persistentes pueden ser muy incapacitantes. Eso, junto con el hecho de que son síntomas cambiantes e imprevisibles, puede dar lugar a la depresión. Además hay que añadir que todavía no hay consenso entre los distintos sistemas sanitarios de todo el mundo en la definición del COVID persistente y sus síntomas, de manera que no es fácil reconocerla ni siquiera por parte de los profesionales sanitarios. No por falta de preparación (¡al contrario!) sino porque es una enfermedad muy nueva de la que aún hay poca información.
Esta incertidumbre ha abierto la puerta a que los y las pacientes reclamen la atención que se merecen: ya sea para conseguir que los síntomas sean tenidos en cuenta, para promover estrategias de tratamiento multidisciplinares (médicas, psicológicas, fisioterapéuticas, etc), o para dar visibilidad a su situación, ya que a menudo se enfrentan a la incomprensión y el estigma.
Los síntomas del COVID persistente, especialmente la fatiga, la ansiedad y la depresión, alteran notablemente la calidad de vida. Por un lado impiden la vuelta a la normalidad (trabajar, hacer deporte, etc). Por el otro, alargan en el tiempo la autoimagen de persona enferma. Por eso algunas de las personas que se ven en esta situación pueden necesitar soporte psicológico.
Soporte psicológico en personas con COVID persistente
Los profesionales de la Psicología también nos enfrentamos a la poca información sobre el COVID persistente, y eso nos limita a la hora de ayudar a las personas que lo sufren. Pero hay áreas en las que podemos intevenir. Partimos de la base de que siempre hay margen para recuperar al menos una parte de la calidad de vida perdida, y de que no consideramos válida la fórmula «No podemos hacer nada, tienes que acostumbrarte a ello«.
- Incertidumbre: No sabemos cuánto se alargará el COVID con síntomas persistentes en una persona. Y eso se vive con una sensacion muy angustiante: la sensación de falta de control. Lo más útil es orientar al paciente para que distinga lo que puede cambiar y lo que no. Y la clave para hacerlo es centrarse en el momento presente. En el aquí-y-ahora. Eso permitirá recuperar parte de la sensación de control perdida.
- Adaptación: Las actividades diarias se pueden reorganizar, o se puede conseguir ayuda, para hacerlas dentro de las posibilidades de cada uno. A lo largo del tiempo con los síntomas, una persona aprende a conocerse a si misma de nuevo, y con eso la podemos ayudar a reorientar el futuro.
- Ansiedad y depresión: Estos trastornos se pueden tratar por si mismos al margen de su causa, y de manera eficaz. Con este soporte psicológico una persona obtiene herramientas para la vida diaria que podrá utilizar cuando las necesite.
- Insomnio: El insomnio también puede requerir tratamiento por si mismo, sobre todo cuando se alarga en el tiempo. Suele ir ligado a la ansiedad o a la depresión, si una persona no puede dormir porque está centrada en sus preocupaciones.
- Concentración y memoria: Disponemos de técnicas y ejercicios que ayudan a recuperar la memoria y, en menor medida, la concentración. El uso de las nuevas tecnologías también permite paliar los efectos de estos problemas.
Por tanto, si necesitas ayuda profesional para afrontar esos síntomas, te puedes poner en contacto conmigo.
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