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Tensión política: Mantengamos la calma

Vivimos días de tensión política notable y algunas personas lo pueden vivir con dificultades. La incertidumbre sobre qué pasará en el futuro no ayuda a mantener la calma pero ahora es, precisamente, cuando más conviene hacerlo. Este artículo explica desde una perspectiva psicológica (y no política) cómo podemos hacer que la tensión política nos afecte menos.

Marc Pascual – Pixabay

El debate social

Es muy difícil establecer con cierta exactitud las proporciones de personas que defienden cada posición en el debate político en Cataluña. Se han hecho encuestas con resultados muy dispares y consultas de tipo electoral -no sin dificultades-. Por ahora parece que no hay un bloque que domine de manera abrumadora sobre el otro.

Pero los efectos que tienen las decisiones políticas sobre cada uno de nosotros hacen que participemos. Sentimos y emitimos opiniones en muchos lugares, por lo que el debate -y la tensión política que se deriva- es omnipresente. Lo que pasa es que la presencia masiva de la política en nuestras vidas no es reciente: comenzó en 2004, cuando se iniciaron las conversaciones para reformar el Estatuto de Autonomía de Cataluña. Después de 13 años muchas personas afirman estar cansadas.

Uno de los efectos de esta tensión política es la polarización social. Las personas tendemos a «radicalizar» nuestras posturas cuando participamos en un debate y eso nos puede alejar de los que piensan diferente. Por lo tanto, lo primero que debemos tener en cuenta, es la importancia de respetar dos cosas de los demás: el derecho a tener una opinión diferente, y el derecho a expresarla y defenderla.

Y no olvidemos lo que decía en un artículo anterior, sobre los riesgos de hacer debates por WhatsApp. Si no tenemos delante la persona con la que hablamos, no vemos sus expresiones. Por lo tanto es más fácil malinterpretar los mensajes. Sobre todo si anticipamos que el otro utilizará sus argumentos para confrontar con los nuestros.

El papel de los rumores y de los medios de comunicación

Los rumores son informaciones que se hacen correr rápidamente y sin plantearse su veracidad con intención de dañar la imagen de una persona o institución, o influir en el estado de ánimo o en las acciones de los demás. El uso de las redes sociales, que permiten compartir mensajes de manera gratuita y muy rápida, contribuye a ello. Pero cuanto más se extiende un rumor, más difícil es desmentirlo. Y eso nos obliga a ser cuidadosos con lo que decimos y lo que compartimos.

Los rumores se pueden combatir de dos maneras:

  • Que los que tienen las informaciones correctas las den colectivamente, y no «de persona a persona». De este modo, cuando llegue el rumor, los receptores ya estarán enterados previamente de lo que es verdad y lo que no.
  • Que cuando nos llega una información, no la compartamos si no tenemos la fuente oficial certificada. Y cuanto más próxima a la original, mejor. Por ejemplo: Si un cargo político quiere llevar a cabo una medida inesperada, que lo diga este cargo político, y no la vecina del farmacéutico que lo ha visto en WhatsApp.

Los medios de comunicación también pueden contribuir a la tensión política cuando, voluntaria o involuntariamente, se posicionan en un sector del debate. También lo pueden hacer cuando mienten o insultan otras personas por su ideología. Esto también hace aumentar la sensación de estar cansado del debate.

Pero tiene otro efecto muy destacable: Seleccionamos los medios de comunicación en función de si su posicionamiento coincide con el nuestro. Esto nos puede llevar a perder parte de la información -la parte que proporcionan los medios que ignoramos-. Es, pues, un buen ejercicio, consultar estos «otros» medios para ampliar nuestra opinión. Igualmente, cuando nos sentimos saturados de información, nos podemos alejar un tiempo (unas horas o unos días), lo que llamamos «desconectar» para tranquilizarnos y tomar una cierta distancia.

El momento álgido: La intervención policial del 1 de octubre

La tensión política alrededor del 1 de Octubre y Urquinaona
Antonio Cansino – Pixabay

La tensión política llegó al máximo el 1 de octubre cuando, en el marco del referéndum sobre la autodeterminación de Cataluña, la Guardia Civil y la Policía Nacional hicieron uso de la fuerza, con material antidisturbios, para cumplir la orden de requisar las urnas y las papeletas. El balance final de heridos, facilitado por la Generalitat, fue de 1.066 personas.

Como consecuencia de estos hechos, además de los heridos, ha habido ciudadanos que han comenzado a tener síntomas de ansiedad. En algunos casos, incluso, de Trastorno por Estrés Postraumático: pesadillas, miedo a volver a pasar por el lugar, dificultad de concentración, etc. Los psicólogos hemos recibido numerosas consultas de personas que pedían ayuda, así como para niños que ahora tienen miedo de ir a la escuela por las imágenes que vieron.

Pero hay otro efecto de lo que pasó, y que no es, en absoluto, deseable: la pérdida de confianza en la policía. A unos cuerpos policiales que tienen por misión ayudar a las personas, lo peor que les puede pasar, es que las personas les pierdan la confianza. Un hecho agravado, posteriormente, cuando la autoridad política de esta policía empezó a acusar a las víctimas de mentir.

Conviene, pues, respetar el derecho de las personas a NO ver las imágenes repetidamente si eso les duele. También han de poder hablar cuando quieran para reducir la ansiedad, y buscar la manera que crean que les irá mejor para volver a recuperar la normalidad.

La incertidumbre sobre el futuro también alimenta la tensión política

Os confieso una cosa: este artículo lo he tenido que escribir en varios días. Y releerlo y cambiarlo a medida que los acontecimientos se arrollaban entre ellos: Decisión de Carles Puigdemont de convocar elecciones anticipadas. Marcha atrás. Plenos en el Parlamento convocados y desconvocados. Declaración de independencia. Aplicación del artículo 155 de la Constitución española. Convocatoria de elecciones. ¿Qué pasará en el futuro? No lo sabemos. La incertidumbre pasa a ser protagonista.

Como dice el artículo enlazado, hasta cierto punto no nos queda más remedio que acostumbrarnos a vivir con la incertidumbre. A partir de ahí, lo que podemos hacer para reducir esta incertidumbre que genera la tensión política actual es estar moderadamente informados (hasta donde queramos, y no más). Y tener claro que la estabilidad volverá, porque mantener esta tensión no es una buena idea, ni siquiera, para los partidos políticos.

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Y tú, ¿cómo estás viviendo esta tensión política? Deja tu mensaje, y te responderé personalmente. Y si quieres, comparte este artículo con tus contactos!

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