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¿Los tests psicológicos funcionan de verdad?

A veces, cuando tengo que administrar un test psicológico a un usuario, me mira extrañado. Y me pregunta si de verdad funciona. Lo que me pregunta en realidad es: ¿Cómo puede ser que de estas preguntas se pueda obtener información útil? Este artículo explica la investigación y la ciencia que hay detrás de los tests psicológicos.

¿Los tests psicológicos funcionan de verdad? - Psicología Flexible
F1 Digitals – Pixabay

Para qué sirven los tests psicológicos

La psicología es una ciencia. Por lo tanto, su procedimiento se basa en el método científico. Esto significa que un psicólogo no «adivina»: elabora hipótesis a partir de la información, y comprueba estas hipótesis para ver si son correctas. Posteriormente, si lo que afecta a la persona es una psicopatología, el psicólogo busca entre la literatura científica cuál es la intervención más eficaz para esta persona.

Es decir, antes de comenzar un tratamiento para una persona con depresión, por ejemplo, debemos comprobar que, realmente, esta persona tiene una depresión. Que tenga algunos síntomas no es suficiente para establecer el diagnóstico. Los síntomas se pueden confundir con los de otras patologías, o pueden enmascarar algún otro tipo de trastorno. Para ello hay que contrastar científicamente que lo que hay detrás es, efectivamente, una depresión. Además nos informará de algunas características: la intensidad, el tipo, el impacto en la vida cotidiana, etc.

Cómo se preparan los tests psicológicos

La creación de los tests psicológicos es un proceso científico complejo, que se desarrolla en varias fases.

En primer lugar hay que definir con la máxima precisión posible qué se quiere medir. Por ejemplo, los síntomas de depresión. Y dentro de estos, los síntomas cognitivos (la preocupación, las ideas recurrentes, la falta de concentración, etc). Por eso se consulta a un equipo de expertos que elaboran una lista de estos síntomas y proponen con qué preguntas se pueden evaluar.

Una vez se han propuesto las preguntas, se administran a algunas personas que ya sabemos que tienen depresión (por ejemplo, porque se les ha diagnosticado previamente) y a otras personas que sabemos que NO tienen depresión (porque les pasamos algún otro test ya validado). Y lo primero que esperamos que llame la atención es que las puntuaciones en el test que estamos validando sean sensiblemente diferentes en un grupo que en el otro.

Después tenemos que hacer lo mismo con algún test completamente diferente, es decir, que mida alguna otra cosa (como los síntomas cognitivos de la ansiedad). Si las puntuaciones en depresión son demasiado parecidas a las de ansiedad querría decir que el test no está suficientemente bien perfilado: no queda claro qué mide. Esto se hace con herramientas de estadística avanzada.

Los tests psicológicos funcionan de verdad cuando están bien construídos
Pexels – Pixabay

A las personas que han contestado las preguntas les pedimos que les han parecido. ¿Hay alguna pregunta que no han entendido? Cambiarían alguna palabra por otra? Etc. Entonces cogemos las preguntas y observamos si las respuestas obtenidas siguen algún patrón: ¿tienden a agruparse entre ellas? ¿Hay alguna que produzca algún valor excesivamente inesperado? Así algunas preguntas se pueden eliminar -para hacer el test más corto- o se pueden reformular.

Posteriormente las puntuaciones se pueden transformar para hacerlas más interpretables: Una puntuación en una escala de 0 a 100 tiene una interpretación muy intuitiva. Pero si la escala va de 0 a 39 es más difícil de entender. Por eso esta puntuación se puede transformar para hacer la lectura más fácil. Finalmente el test se vuelve a pasar a una muestra diferente de personas para completar las comprobaciones.

Esta es una explicación muy sencilla: debemos tener en cuenta que completar el proceso puede significar años de trabajo, muchas personas implicadas y una gran inversión. Pero el resultado es muy útil para orientar el diagnóstico y el tratamiento.

Qué propiedades convierten un test psicológico en una herramienta

Como decimos, los tests psicológicos no son unas simples preguntas improvisadas. Son herramientas obtenidas a partir de un procedimiento científico, incluyendo el estadista. Los tests nuevos se obtienen, en parte, a partir de los anteriores y hay una serie de propiedades que se les debe exigir:

  • Validez: De validez hay de muchos tipos pero, en general, un test es válido cuando, efectivamente, mide lo que pretende medir. Elaborar un test para medir los síntomas de depresión que, a la hora de la verdad, resulta que mide los síntomas de ansiedad, no es válido.
  • Fiabilidad: De fiabilidad también hay de muchos tipos. En general es la confianza que podemos otorgar a que la medida es precisa. Que si, por ejemplo, una persona, al hacerlo, debe puntuar 100 (porque ésta es la intensidad de sus síntomas), podemos admitir que nos dé un valor de entre 95 y 105, pero no que nos dé un valor de 43. Haciendo un símil con la meteorología, si la temperatura real es de 10 grados, podemos aceptar que un termómetro nos indique 11. Pero no podemos aceptar que nos indique 4.
  • Sensibilidad y Especificidad: En un test que sirva para diagnosticar (es decir, establecer claramente si una persona tiene o no tiene un trastorno), la sensibilidad es la capacidad de la prueba de clasificar correctamente los casos positivos (que las personas que el test nos dice que tienen el trastorno, realmente lo tienen). Y la especificidad es la capacidad de la prueba de clasificar correctamente los casos negativos (que las personas que nos dice que NO tienen el trastorno, realmente NO lo tienen). Ya hemos dicho al principio que tener un trastorno no depende sólo de los síntomas. Pero la puntuación de un test nos puede orientar en el diagnóstico.

Por otra parte algunos tests psicológicos están preparados para detectar la mentira. Lo hacen, por ejemplo, algunas pruebas de personalidad que forman parte de procesos de selección de personal en los que se necesitan características concretas (como autocontrol, sociabilidad o capacidad de introspección). Avisan cuando una persona miente en sus respuestas… ¡y lo hacen muy bien!

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