Zona de confort
Seguro que muchas veces has oído hablar del concepto psicológico de «zona de confort» y no has sabido exactamente qué era. Mira este vídeo de Inknowation, y después continúa leyendo:
La zona de confort
Tal como explica el vídeo, la zona de confort es el conjunto de cosas que nos han rodeado durante mucho tiempo y que nos ayudan a evitar la incertidumbre de experimentar cosas nuevas. Como lo que hemos hecho toda la vida nos funciona, nos conformamos y dejamos de experimentar, porque experimentar significar asumir el riesgo de que no salga bien, de que nos hagamos daño, o de que eche por los suelos nuestras creencias.
Estar en la zona de confort no es una patología, ni es señal de que algo ha ido mal. Es una tendencia natural. Vamos sin darnos cuenta porque nos sentimos cómodos. A todo el mundo le ha ocurrido.
El problema es que es como un círculo que tiende a estrecharse: cada vez hacemos menos coses nuevas y nos quedamos con las de siempre. Poco a poco, algunas de las que ya hacíamos, también dejamos de hacerlas. Y cuando queremos volver a ellas necesitamos armarnos de valentía.
¿Cómo se experimenta la zona de confort?
La manera como cada persona experimenta la zona de confort depende de varios factores:
- De la cultura: Culturas como la nuestra ayudan a percibir el fracaso como una tragedia. A todos nos ha ocurrido: alguien nos advierte de que algo que queremos hacer, saldrá mal Y de que nos arrepentiremos. Si acaba saliendo mal -cosa que puede pasar-, nos «obliga» a bajar la cabeza ante su asombrosa capacidad de adivinar el futuro («¡Yo ya te lo dije!«). Otras culturas, como la anglosajona, convierten el fracaso en una experiencia de aprendizaje: un estímulo para volver a intentarlo evitando ciertos errores.
- De la propia experiencia: Las personas que asumen riesgos con más facilidad tienden a sentirse más encarceladas cuando están dentro de su zona de confort. También las personas que se han arriesgado con éxito es más probable que se vuelvan a arriesgar.
- De las necesidades de cada momento: Cuando tenemos un problema o una necesidad y tenemos que buscar una solución innovadora es más fácil que salgamos de la zona de confort. La historia que se explica en la película «La vida secreta de Walter Mitty» es un buen ejemplo de ello.
Cómo salir de la zona de confort
Para salir de la zona de confort se necesita valentía. La valentía no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de sobreponerse al miedo haciendo aquello que nos asusta. Este paso permite recuperar una cosa que todos necesitamos aunque no siempre seamos conscientes de ello: la sensación de control sobre la propia vida.
Venga, piensa en ello: ¿controlas tu vida? ¿Vives tu vida, o vives aquella vida a la que la vida te ha conducido?
Hacer las cosas de siempre (y como las hemos hecho siempre) nos hace sentir más seguros. Esto es a nivel individual pero, si nos fíjamos, pasa lo mismo con muchos aspectos de la vida colectiva. Lo vemos cada vez que se reabre el debate sobre aumentar la seguridad para responder a la amenaza del terrorismo: ¿Estamos dispuestos a renunciar a una parte del control de la propia vida a cambio de sentirnos más seguros? El poder consiste en decidir hasta qué punto quieres que esto pase.
Lo que está en juego es el papel que quieres ocupar en tu propia vida: ser un espectador o ser su protagonista.
¡Inténtalo!
¿Por qué no intentas salir de tu zona de confort? Basta con pensar en algo que no hayas hecho nunca y hacerlo. Si es algo que no implica un gran riesgo te será más fácil (por ejemplo, aprender a hablar en público). Poco a poco verás como te animas a plantearte retos cada vez más difíciles. Descubrirás cosas de ti mismo/a que te sorprenderán, y que ni siquiera sabías que tenías.
Evidentemente esto no significa hacer lo que quieras en el sentido más literal de la palabra: todos tenemos obligaciones y responsabilidades. Pero podemos responder a les obligaciones de otra manera, y podemos cambiar algunas responsabilidades. Las personas que son más felices después de haber hecho un cambio importante, como divorciarse, son una prueba de ello.
No se trata de planteamientos del tipo «todo es posible» o «si deseas algo con mucha fuerza lo conseguirás«. Se trata de valorar hasta qué punto has renunciado a hacer cosas nuevas para no abadonar la comodidad de tu casa, o para no tener que enfrentarte a la sensación de que te ha salido mal. Algunas cosas saldrán mal, no hay ninguna duda. Pero del hecho de haberlo intentado ya sacarás cosas positivas.
Prueba a hacer algo distinto para salir de la zona de confort, y explícalo en un comentario aquí abajo. Y si quieres, comparte el artículo con tus contactos!
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