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Manejar el duelo

Todo el mundo deberá manejar el duelo en muchos momentos de su vida. Vivir el duelo es un proceso con el que nos adaptamos a la pérdida de un ser querido o de un objeto de gran valor personal. Es necesario experimentarlo para poder seguir adelante. Este artículo habla de qué es y qué no es el duelo, y de cómo lo podemos manejar.

Manejar el duelo - Psicología Flexible
Siggy Nowak – Pixabay

Qué es el duelo

Sobre todo después de la muerte de un ser querido, pero también en otras situaciones, debemos manejar el duelo que nos produce esta pérdida. El duelo es un proceso con el que nos adaptamos a una vida en que esa persona ya no está. Las señales de que estamos haciendo un duelo son muy personales y cada uno tiene las suyas, pero las más habituales son estas:

  • Al principio, incredulidad: «¡Es que todavía no me lo creo!«. Habiendo estado mucho tiempo con esa persona, no podemos borrar enseguida su presencia de nuestra vida. Necesitamos tiempo.
  • Tristeza profunda: Se suele describir como una tristeza que sale de dentro. Los niños también experimentan esta tristeza, pero les cuesta más describirla. Y es normal que estén más irritables o hablen menos.
  • Ralentización: Las actividades, el pensamiento y el habla, se hacen más lentos. Si todo funcionara al ritmo de siempre no podríamos reflexionar sobre lo que significa la pérdida para nosotros.
  • Focalización del pensamiento: Lo que hemos perdido ocupa nuestro pensamiento de manera permanente. Y el recuerdo nos vuelve cuando tenemos la mente en blanco.
  • Culpabilidad: La pérdida nos lleva a pensar que hubiéramos podido hacer cuando esta persona (u objeto) todavía estaba con nosotros, y que no hicimos porque pensábamos que siempre estaríamos a tiempo.

Qué NO es el duelo

El duelo NO es una depresión. Aunque muchos de los síntomas sean similares, cuando se diagnostica una depresión hay que descartar, precisamente, que su causa sea un duelo. Algunos manuales hablan de «duelo complicado» para referirse a un duelo que dura mucho tiempo o que es especialmente intenso. Pero es muy difícil poner una línea a partir de la cual consideramos que un duelo es demasiado largo o demasiado duro. Cada uno lo vive a su manera.

Tampoco hay que ir al psicólogo de manera automática a la hora de manejar el duelo. Experimentarlo es un hecho natural, forma parte de la vida y nos ayudará en el futuro -aunque en el presente sea una etapa muy difícil-. Por eso decimos que vivir el duelo es útil para readaptarnos a la ausencia de lo que hemos perdido. Sin embargo, el psicólogo puede ayudar si el duelo altera excesivamente la vida diaria o el malestar que causa es tan intenso que deja de ser útil.

Finalmente, el duelo no es un cosa poco importante. Hacer como si no hubiera pasado nada o esforzarnos en sonreír nos impide aceptar la pérdida. Vivir el duelo es un derecho y una necesidad.

No sólo la muerte de un ser querido

El duelo es un proceso de adaptación a una pérdida
Gerd Altmann – Pixabay

Asociamos el hecho de vivir el duelo a la muerte de un ser querido. Hay mucha literatura centrada en afrontar la muerte de un hijo. Pero podemos tener un duelo ante cualquier pérdida. Por ejemplo, una mascota: hay estudios que indican que cuando una persona vive solo con su animal de compañía, y éste muere, el duelo es comprable al que se vive con la muerte de un familiar directo. Podemos experimentar un duelo tras un divorcio o una ruptura, o después de la amputación de una parte del cuerpo.

La pérdida de objetos de valor personal (joyas, fotografías, etc), también nos pueden llevar a hacer un duelo. O el final de algunas situaciones a las que nos habíamos acostumbrado a vivir, como un trabajo o la salud. Hay personas que tienen que manejar el duelo cuando se jubilan, o cuando se quedan sin trabajo, o cuando les dicen que tienen una enfermedad crónica. Aunque algunas de estas pérdidas sean reversibles.

Evidentemente no todos estos duelos se viven igual. El sufrimiento es más intenso cuanto más valor damos a lo que hemos perdido, cuando sabemos que la pérdida es irreversible (como con la muerte de un familiar) y cuando hemos estado muy vinculados a la persona o al objeto que ya no tenemos.

Cómo manejar el duelo

Los psiólogos utilizamos la expresión elaborar el duelo. El duelo se «elabora». Primero nos aferramos a lo que hemos perdido, como si no aceptáramos que ya no lo tenemos; después entendemos que no volverá (o que tardará mucho tiempo en volver). Poco a poco aprendemos a vivir de nuevo, pero siempre manteniendo el recuerdo. Todo ello es un proceso, y a veces damos pasos atrás y volvemos a etapas que pensábamos que habíamos superado. Los duelos más intensos nos transforman para siempre, y algunas personas que han visto como moría un hijo dicen que nunca podrán rehacerse.

Lo más importante del duelo es que cada uno lo pueda vivir a su manera. No hay una fórmula magistral para hacerlo. Cuando muere un familiar, hay quien quiere guardar todas sus pertenencias, y hay quien las quiere tirar. Quizás queremos hablar sobre esta persona con los demás, o preferimos no hacerlo. Decidir cómo queremos elaborar el duelo nos ayudará a mirar atrás al cabo de los años y valorarlo como una experiencia útil -lo que no quiere decir que sea más fácil. Por lo tanto conviene respetar la manera que cada persona ha decidido de manejar el duelo. Su duelo.

Como hemos dicho, la tristeza y el sufrimiento son normales para vivir el duelo. Nos podemos dar permiso a nosotros mismos para estar tristes, enfadarnos, estar solos, etc. Aunque el entorno nos intente animar. Si además de manejar la pérdida tenemos que poner buena cara, nos estaremos añadiendo una carga excesiva a los hombros. ¡Y podemos reír! A pesar de que una parte de la sociedad no entienda o se enfade porque reímos durante un duelo, también es natural hacerlo. Y no significa que el duelo esté superado.

El apoyo social (familares, amigos, grupos de apoyo) también nos ayuda a entender que lo que nos ocurre es normal. Hablar con personas de confianza sobre lo que pensamos y sentimos nos alivia y nos reconforta. Y otras personas que han pasado por una experiencia similar nos pueden aconsejar. De todos modos esta también es una cuestión muy personal, y no todo el mundo lo acepta.

Vivir el duelo sin medicamentos

Tomamos ciertos medicamentos con demasiada facilidad. Sobre todo hacemos un consumo excesivo de psicofármacos pensados para la ansiedad o la depresión, sin pensar que pueden estar perjudicando más que ayudarnos. El duelo es una etapa que sólo se supera cuando se experimenta. Medicalizar el duelo hace que lo pospongamos: simplemente paramos el reloj. Pero el sufrimiento acabará saliendo antes o después, y lo puede hacer de manera imprevista y más intensa.

Por eso lo más recomendable es vivir el duelo, aunque la tristeza sea desagradable, para volver posteriormente a la normalidad (o al menos, para que no nos impida seguir adelante). Aunque encontremos injusto vernos en esta situación que no hemos elegido. Tenemos mucha presión social para ser siempre felices y optimistas, pero la tristeza forma parte de la vida. Luchar contra la tristeza es agotador y, además, no funciona.


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